domingo, maio 11, 2003

 
001 - A GUERRA NO IRAQUE, CLARO, E AS COMPRAS DE LIVROS NOS USA

No es una caza de libros, pero lo parece.
La voz de alarma la han dado libreros de varios Estados norteamericanos, que advierten contra las prácticas de espionaje del FBI. Este organismo tiene licencia para investigar los libros que abordan el tema del terrorismo mediante la comprobación de los títulos que aparecen en las compras efectuadas con tarjeta de crédito. Precisamente, álgunos de los títulos más vendidos en EE UU (de autores como Gore Vidal, Michael Moore o Noam Chomsky) se posicionan contra Bush y la política exterior del país.

Las librerías de Santa Cruz, en California, han prevenido a sus lectores de que la compra de libros que tratan cuestiones sobre el terrorismo y contrarios al papel de Estados Unidos ante la crisis nacida tras el 11-S puede convertir en objeto de las investigaciones del FBI, según ha difundido la cadena CBS. Dicho departamento, amparado en la ley estadounidense Acta Patriótica, puede seguir la pista a todos aquellos que se hagan con una obra que el FBI vincule a los citados temas.
La investigación empieza en el momento que el cliente realiza la compra de uno de estos libros con una tarjeta de crédito. A partir de entonces, el FBI comienza a hacer un seguimiento de todas las compras de dicho consumidor gracias al rastro que dejan las adquisiciones hechas con tarjeta. Según este departamento de investigación, los hábitos de los sospechosos (entre los que figura la compra y consulta de ciertos libros) pueden ser una prueba concluyente para determinar la vinculación de los lectores con redes terroristas.
La única forma de mantenerse a salvo de las investigaciones del FBI es efectuar la compra de los libros en metálico, una táctica que sugiere a todos sus clientes Neal Coonerty, el dueño de una de las librerías de Santa Cruz en el estado de California.
Aunque el FBI no ha hecho pública una lista de libros susceptibles de ser relacionados con redes terroristas, muchos libreros se han quejado de que el FBI persigue a los compradores de estos libros.
El californiano Neal Coonerty explica que previene a sus clientes de estas prácticas porque «considero imprescindible mantener en la más estricta privacidad las lecturas de mis clientes». Dicho propietario mantiene que «los lectores no tienen por qué ser sospechosos por las lecturas que realizan, ya que el hecho de leer una novela de misterio no significa que el lector sea un asesino potencial». Añade que «el ir a todas las librerías y bibliotecas para investigar las identidades de las personas que leen determinados libros no hace a América estar más segura de ataques terroristas».
Anne Turner, responsable de una de las bibliotecas de Santa Cruz, explica que «estas investigaciones vulneran los derechos humanos». A jucio de la bibliotecaria, «al aprobar esta ley se ha pasado por alto la Constitución, donde se establece el derecho a la privacidad de los ciudadanos americanos».

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